–Si fuese una nube– me decía a mí mismo, –sería todo lo que quisiera ser, porque tomaría la forma que deseara en completa libertad, flotando en el cielo.
Era un
pensamiento fabuloso en aquel momento ya que había estado por mucho tiempo
perdido, sin saber qué hacer, confundido, totalmente extraviado en un camino
indescifrable. Fueron varios años, de esos umbríos en que parece que las cosas
no mejoran y, más al contrario, terminan empeorando. Así que desear ser nube
era en cierto modo la metáfora perfecta de lo que en el fondo yo deseaba ser y
era ser libre, era ser feliz.
Comencé
entonces a considerar abandonarlo todo y comenzar de nuevo, iniciar una nueva
etapa en la que sea yo mismo quien elija el camino y no así la sociedad, el
sistema o mis padres, en un mundo donde existen tan solo mi cuerpo y mi mente,
en completa libertad.
Así que
me puse a pensar en la gente a lo largo del mundo y la historia que ha
alcanzado el éxito, en cualesquiera ámbitos de la vida: negocios, arte, deportes,
humanitarismo, etc. Y me dije –¿qué tienen esas personas en común? ¿Qué las
hace diferentes o qué las hace semejantes?– y tras pensar y pensar noté lo
evidente, algo que todo el mundo sabe pero simula desconocer y es que todas
esas personas hicieron algo que realmente les apasionaba, algo que amaron y que
les llenó de esperanzas, algo que le dio sentido a sus vidas. Hacer lo que a uno le gusta, en otras palabras, de eso se trata.
Pensadores
como Confucio ya lo habían dicho miles de años antes y no era el primero en
descubrirlo, pero fue aquella tarde que realmente cobró sentido para mí. Fue
ahí que, sin saber lo que exactamente deseaba hacer con mi vida, comencé a
pensar en esa posibilidad. Haría algo que me hiciera feliz y sería quien
quisiera ser.
Pocas semanas
después, por cosas de la vida, encontré ante mí una oportunidad, era una única
oportunidad que no sucede a diario, tan solo unas pocas veces en la vida, y la
tomé, sin dudarlo, sin pensarlo demasiado, la tomé, y fue desde entonces que
encontré algo que amaba y que me apasionaba con vehemencia. Había encontrado
aquello que tanto deseaba, aquello que parecía conocer desde siempre pero que
en realidad jamás había visto.
El
fondo de todo esto halla su raíz más fundamental en la mente, es de ella que
proviene la misma realidad. De los pensamientos surgen nuestras decisiones y es
ahí donde debemos comenzar. Quizás tuve suerte, pero yo pienso que tal cosa no
existe. Quizás fue la ley de atracción, quizás no, pero de una u otra manera,
sucedió y en realidad, podría sucederle a cualquiera, solo hace falta desearlo
y no desaprovechar ni una sola oportunidad para ser feliz.
Al final, todos, de alguna manera, somos como nubes, depende de cada uno la forma que éstas adopten. No importa que otros las vean como un cúmulo de gas inerte en el cielo, para ti ese cúmulo tiene una forma, y la labras desde tu mente y la construyes con tus acciones, con tus decisiones. Pronto no habrá límites, serás lo que deseas ser, harás lo que amas hacer y lo más importante, serás libre.